Silvana Rojas Gonzalez
Katherine Troncoso Maturana
Jenifer Rodriguez Kerú
Los empleados felices son el 88% mas productivos.
Una dosis de sentido del humor no sólo es buena para la salud; los empleados felices incrementan hasta 88% su productividad en comparación con quienes laboran en un estado negativo, refiere un análisis de la consultora Crecimiento Sustentable.
El estudio ‘Felicidad y trabajo’ revela que un colaborador a gusto con su ambiente de trabajo presenta -en promedio- 30% más energía y dinamismo, que se traduce en mejor desempeño.
Si hasta hace poco, la felicidad era un tema ambiguo para las empresas, hoy va ganando terreno. La escuela de negocios de la Universidad de Stanford imparte el curso Designinghappiness para que los estudiantes-directivos apliquen ese conocimiento en su lugar de trabajo.
En Estados Unidos, compañías como la aérea SouthwestAirlines, o la pescadería de Seattle Pike Place Fish, tienen por regla cantar y abrazar a otro colaborador o a un cliente.
En ese país, algunas organizaciones cuentan, en su sistema de valoración de empleados, con el FQ (funquotient) un índice parecido al IQ (coeficiente intelectual) para medir la capacidad de los candidatos de reír o actuar en forma creativa ante ciertas situaciones.
Fomentar un ambiente menos formal hace que la comunicación sea fluida y el empleado se anime a romper estándares, favoreciendo mayor creatividad, dice un estudio sobre el humor de la Fundación General de la Universidad Alcalá de Henares.
En opinión del comunicador y egresado del Clown College, el mercado laboral integra a una generación que no piensa en los trabajos eternos, y mira los ambientes rígidos con desaire y hasta enojo. Ese perfil combinado con la poca flexibilidad en muchas organizaciones, ponen en peligro la productividad de las empresas. Si no se disfruta lo que se hace y tienes un jefe que domina con la mirada, el resultado es un ambiente tedioso, incluso sin importar edad, precisa Aguilar.
Fernando Trías, académico de la escuela de negocios española ESADE, señala que hay una similitud entre el humor y el pensamiento creativo, esto último funciona (a nivel cerebral) bajo la misma forma que cuando se reacciona ante un chiste. Se trata de conectar dos ideas, en apariencia, inconexas. Incorporar actividades que fomente un buen estado de ánimo permite, entre otros resultados, ampliar el número de soluciones ante un problema de trabajo.
El clima laboral es el medio ambiente donde las personas se desenvuelven, por lo que una desaceleración de la productividad es señal de una alerta corporativa. Hay que crear una estrategia para que el empleado se integre y se sienta bien en su oficina (Andrés Aguilar, fundador de la organización Risaterapia de México).
“No se trata de hacer de la empresa un kínder, pero sí transformar el clima laboral con acciones como dar frases de gratitud”, ejemplifica Andrés Aguilar. Ese tipo de medidas, integradas en un plan, ayudan a disminuir la rotación de personal y la desintegración entre empleados. Y, no se trata de actuar a la ligera, sino de retar ‘miedo’ al ambiente de trabajo.
Recurrir al humor como una herramienta para mejorar la productividad, va más allá de que el personal sólo ría con una actividad. La intención de esas dinámicas es crear un entorno de espontaneidad y sensibilidad para que los empleados se relacionen entre sí, ganen confianza, surjan nuevas ideas y se pierda la angustia a dar cierto tipo de resultados, entre otros aspectos.
“El tema emocional sigue siendo un tabú en las empresas, pero no se puede omitir. Un líder necesita entender cómo tener una escucha afectiva y efectiva que ayude al empleador a continuar su trabajo aún en escenario adversos, y eso no se lograr de una día para otro, sino con entrenamiento.
Otro escenario común es promover la competitividad entre empleados a través de la manipulación. Quizá no se haga en forma verbal, pero las acciones de los superiores promueven -en muchos casos- esa actuación.
Sin importar si el trabajo que realiza la persona es técnico o requiere de otro tipo de competencias, se mueven emociones. Previo a que el empleado renuncia por aborrecimiento, o síndrome de bornout (agotamiento profesional) por qué no prevenir con acciones periódicas que permitan el empleado moverse con mayor certeza y menos miedo.
“Hay oficinas donde se tiene a la gente como si fuera parte del mobiliario, sin considerar que los empleados conviven todos los días, codo con codo, con más compañeros. Hay que generar un vínculo de confianza, si eso no existe el ambiente que predominará es de violencia” (señala Aguilar).
Hoy el liderazgo se entiende distinto. Si lo que se quiere es mayor productividad, es importante hacer un cambio de paradigma: no todos los problemas están en el exterior, si las ventas bajan y no se cuenta con un servicio de calidad, quizá el problema está en el interior, en la relación con los empleados.